01 Arsala'llah (Maronite tradition)
02 O Sapientia (plainchant)
03 O Sapientia incarnata / Nos demoramur (Jean Hanelle)
04 O Adonay (plainchant)
05 O Adonay domus Israel / Pictor eterne syderum (Jean Hanelle)
06 Bithleem estimazu (Greek-Byzantine tradition)
07 O Radix Yesse (plainchant)
08 O Radix Yesse splendida / Cuncti fundent precamina (Jean Hanelle)
09 O Clavis David (plainchant)
10 O Clavis David aurea / Quis igitur aperiet (Jean Hanelle)
11 I parthenos simeron (Greek-Byzantine tradition)
12 O Oriens (plainchant)
13 Lucis eterne splendor / Veni splendor mirabilis (Jean Hanelle)
14 O Rex gentium (plainchant)
15 O Rex virtutum gloria / Quis possit digne exprimere (Jean Hanelle)
16 Alyawma youlado mina lbatoul (Arabo-Byzantine tradition)
17 O Emanuel (plainchant)
18 O Emanuel rex noster / Magne virtutum conditor (Jean Hanelle)
19 O Virgo virginum (plainchant)
20 O sacra Virgo virginum / Tu nati nata suscipe (Jean Hanelle)
21 Simeron ghennate ek Parthenou (Greek-Byzantine tradition)
22 Hodie Christus natus est (plainchant)
23 Hodie puer nascitur / Homo mortalis firmiter (Jean Hanelle)
directed by Björn Schmelzer
Voices: Anne-Kathryn Olsen, Razek-François Bitar, Albert Riera, Andrés Miravete, Marius Peterson, Adrian Sîrbu, Jean-Christophe Brizard, Bart Meynckens, Tomàs Maxé
Recorded in Franc-Waret (Church of Saint-Rémi) on 17-20 December 2015
Engineered by Alexandre Fostier
Recording assistance: Joachim Brackx
Editing: Alexandre Fostier and Björn Schmelzer
Graindelavoix vuelve a hacer gala de su vocación fauve, su obsesión por el color, en música conseguida mediante combina- ción tímbrica y texturas. Piezas de la tra- dición maronita, arabobizantina (cantadas por Razek-François Bitar) y grecobizanti- na (Adrian Sirbu), por un lado, junto a composiciones ars subtilior de comienzos del siglo XV. La mezcla de ocho voces masculinas y una femenina en los tropos polifónicos de las antífonas de la O consi- guen una paleta y una disposición de los elementos cautivadora, orgiástica. El obje- tivo es abordar piezas del Codex Turin J.II.9 escritas entre 1434-1436 por Jean Hanelle, sacerdote al servicio de la cate- dral de Cambrai, trasladado luego a la corte chipriota de los Lusignan, donde compuso más de trescientas piezas de este manuscrito. La musicología las ha considerado formularias y carentes de genio compositivo, despectiva valoración que a Schmelzer no hizo sino excitar sus ganas de ver qué había de ello. Lo que nos había llegado de canto maronita (y melchita después) lo trajo sor Marie Keyrouz en un lejano 1991, colabo- radora con Marcel Pérès en el fundante disco de canto bizantino que hizo el ensemble Organum (1986), y Schmelzer, otra vez, reconoce la ayuda prestada por el cantor galo. El espectacular bordón de más de cinco minutos sobre el que se canta Alyawma youlado mina Ibatoul refuerza esa filiación. La Chipre medieval vivió de la nostalgia de un reino de Jeru- salén perdido, y aquí vienen estos cantos a recordarlo. El canto llano que precede a los tropos, perdido el original, se extrae y recompone a partir de la voz más aguda de los motetes, de manera que la antífona (monódica) previa a su correspondiente motete (polifónico) compartan modo, como es preceptivo. Estos se cantan miti- gando mucho las idiosincráticas emisio- nes vocales de Graindelavoix en pos de la claridad del texto. Un disco muy bello. Josemi Lorenzo Arribas (Scherzo, Mar 2017)
This is a fascinating cycle of antiphons (motets), and one of the most interesting sacred compositions of the period. There is a lot of very elaborate isorhythmic passagework, yet the pieces hold together in a coherent way. In fact, there are motivic connections through the cycle, making it stand as perhaps the largest-scale isorhythmic work. Despite its obscurity, it can be viewed increasingly as a monument of the period, and a cycle of uncommon merit. The above was written prior to the recent attribution of both this antiphon cycle & the entire Turin manuscript to the previously obscure Jean Hanelle. His suddenly becomes an amazingly extensive output, including e.g. the Cypriot secular music. I continue to find this cycle to be highly appealing. The performance, as usual with Graindelavoix, is fascinating. Greek & Arab liturgical pieces are included, and vocal articulation & ornamentation encompass a range of Eastern & Southern styles, including antiphon selections that might be taken as explicitly Gallican. As a result, the way the motets of the cycle come together seems even more magical, and indeed the interpretation opens up to many broader possibilities of affective response. There is more of a "flow" here than one might expect. Todd M. McComb (Medieval.org , Nov 2016)
I have never heard anything quite like this release of a cappella music performed by the Belgium ensemble Graindelavoix, as always directed by Björn Schmelzer. The pieces, marked by a moving beauty, with one female and eight male singers, results in another of their peculiar and intriguing soundscapes that takes the listener somewhere unexpected. My first response was to label this as Orthodox music with its typical bass drone but it is neither Greek nor Russian as the flavour is more Hebrew or Arabic, reflecting the unique history of the island of Cyprus. The little-known composer Jean Hanelle (c 1380-c 1436) was a professional musician at Cambrai Cathedral and possibly later a teacher of Guillaume Dufay, who spent more than 20 years from 1411 onwards at the French court of Lusignan in Nicosia, Cyprus, a stay which involved him becoming the chapel master there. According to music scholars, Hanelle was the composer of a cycle of Magnificat-antiphons - the so called 'O'-antiphons traditionally performed during the last week of Advent - found in an Italian codex and included in this new production. Both the original plainchant and the Hanelle antiphons are presented in a series of nine pairs, between which the ensemble also performs an appropriate and context-setting selection of Maronite and Byzantine chants. The CD booklet comes with an interview with Björn Schmelzer carried out by Anne-Kathryn Olsen, a selection of late 19th-century photographs taken in Cyprus by John Thomson, and the first English translation of the antiphons, made by Jeannine De Landtsheer from the University of Leuven. While this is certainly a scholarly project it is also very listenable if you are prepared to set aside your musical preconceptions. While the singing is outstanding I would classify the release as "World Music" rather than "Choral" as listeners expecting a traditional Western vespers service will get a shock when they hear this. Steven Whitehead (Cross Rhythms, Jan 2017)
Hanelle, Graindelavoix y unas palpitantes vísperas chipriotas
Jean Hanelle (c.1380-c.1436) fue un petit-vicaire de la catedral de Cambray que se trasladó a Chipre para trabajar en la corte francesa de los Lusignan. Hanelle llegó a la isla en 1411 con Carlota de Borbón-La Marche, la que se convertiría en segunda esposa de Jano de Chipre, y junto a su colega Gilet Velut, con el que trabajaría conjuntamente en la capilla de la corte. Al contrario que Velut, que abandonó la isla pocos años después, Hanelle permaneció allí durante más de 20 años, y según las recientes conclusiones del musicólogo Karl Kügle, entre 1434 y 1436 se hizo cargo de la supervisión del manuscrito J.II.9 que actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional Universitaria de Turín. El valor de este manuscrito es incalculable, puesto que es la única fuente conocida de polifonía tardo-medieval del Mediterráneo oriental, además de ser una de las más destacadas joyas del Ars Subtilior. Kügle sostiene que aunque varias personas trabajaron en él como copistas de los textos, Hanelle fue el escriba principal. El códice contiene además una selección de las obras del autor y debía viajar a Italia junto a la delegación de la corte para el matrimonio entre Ana de Lusignan y el duque Luis de Savoya, para ser entregado a Pedro Avogadro de Brescia, aunque al final no llegó a manos de su destinatario.
Los motetes escogidos para este álbum, llamados “O” porque todos comienzan de esa manera, son los que acompañaban al Magnificat del servicio de Vísperas en la última semana de Adviento, y fueron reelaborados por su autor a partir de los modelos de canto llano original, que hoy permanecen perdidos. En este sentido, cada motete “tropado” es precedido por el que podría haber sido su canto llano original, elaborado aquí a partir de la línea del tenor siguiendo la sugerencia de Marcel Pères. En realidad, este ejercicio de audacia musicológica puede ser discutible, ya que los saltos inusuales en esa voz ponen en duda la legitimidad del procedimiento, pero constituye un atractivo y brillante ejercicio de creatividad, con un resultado sonoro que no deja de sorprender tras cada escucha. Cabe añadir que estos motetes están escritos a cuatro voces, con el tenor y el contratenor como líneas más graves, a las que se les añaden las voces agudas del duplum y del triplum. Björn Schmelzer, al contrario que Paul van Nevel en su grabación de 1990, emplea cantantes en lugar de instrumentistas para las voces más graves, obteniendo así la inconfundible densidad en la textura y el sonido tan característico de Graindelavoix, especialmente cuando la tesitura de los graves permite el lucimiento de los bajos profundos. Las dos voces agudas encierran los textos originales, aunque estos aparecen tropados, y aquí se interpretan simultáneamente, práctica que confiere una mayor riqueza textual y rítmica a cada motete. En consecuencia, los paisajes sonoros, tan característicos del grupo y a los que se alude en las notas al disco, se escuchan aquí en todo su esplendor.
Otro detalle que engrandece el proyecto es la contextualización de los cantos llevada a cabo por Schmelzer y su conjunto, intercalando los motetes y el canto llano con ejemplos de la tradición maronita (Iglesia cristiana Siria) y los de la tradición árabe-bizantina y greco-bizantina. No debe olvidarse que en la Edad Media la minoritaria población católica de Chipre se instaló en Nicosia y en algunas ciudades costeras, y que desde allí ejerció su dominio sobre el resto de los habitantes de la isla, que vivían en el interior y profesaban la fe ortodoxa. El álbum pretende ilustrar esa cohabitación entre las distintas tradiciones y confesiones dentro del mismo espacio y sus alrededores.
El audaz ejercicio musicológico perdería enteros sin una interpretación de calidad que lo avalase, y sin duda estamos ante otro despliegue de recursos interpretativos y musicales fascinante –uno más- que Graindelavoix acostumbra a ofrecernos. Las ocho voces del conjunto, una femenina y siete masculinas, parecen gemir y suplicar con su canto en una suerte de trance canoro que todo lo envuelve y contagia, y del que resulta imposible abstraerse. Las inflexiones en la voz, desde las más leves hasta las más evidentes, la ornamentación, la emisión abierta y casi sin impostar, el canto de garganta rico en armónicos con sus resonancias de pecho, todo queda eclipsado por la emocionalidad de estas interpretaciones a tumba abierta y sin remisión. Sería imperdonable no destacar a Adrian Sîrbu entre el resto de cantantes, pues en las cuatro intervenciones solistas que nos regala demuestra por qué es una eminencia en la tradición bizantina. Y si no, ahí está Simeron ghennate ek Parthenou como muestra para los escépticos. En definitiva, todos disfrutarán con este álbum de una experiencia sonora y emotiva fuera de lo común, pero permítannos un consejo para los más puristas: no tengan prejuicios y déjense llevar por estos cantos multiformes y palpitantes que embelesan más cuanto más se escuchan. Urko Sangroniz (El arte de la Fuga , Feb 2017)